"La estadística es la ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno"

jueves, 15 de abril de 2010

La camada de los 80

La generación de los 80 somos una camada jodidamente dañada. Nacidos a pocos años del franquismo, disfrutamos de una ceguera subclínica digna de estudio. Hijos de, en el mejor de los casos, antiguos contestatararios al régimen convertidos en auténticos devotos del nuevo, somos un experimento social al estilo del Doctor Jekyll y Mr Hide. Vivimos en casa de los padres hasta edades vergonzosas con la excusa oportunista de la falta de dinero. Follamos con nuestras parejas en las mismas habitaciones en las que lloramos la adolescencia sin sufrir ninguna contradicción. Nuestros padres "molan" porque no se "rayan" por ello, engañados en la idea de que esa es la libertad antes prohibida, cuando lo cierto es que no nos vamos de casa no por falta de dinero, sino por falta de escrúpulos. Hinchamos nuestras cuentas bancarias para tiempos futuros y nos quedamos en casa de papi y mami porque, en el fondo, nos creemos con el más puro derecho; un derecho ancestral en el que nuestro dormitorio es la prolongación del útero materno y la paga semanal la simiente que nos dio la vida. Nos contamos patrañas los unos a los otros, cuando en el fondo, detrás de la frase de "en que en casa de mis papis estoy muy a gusto" se esconde una realidad mucho más fría y calculadora.
Lo que más puede jodernos es que nos prohiban beber en la calle, y eso es lo único que puede hacer que tengamos algún discurso de oposición a esta mal llamada democracia, de la que nos creemos auténticos merecedores. Vemos la historia como un progreso, y a nosotros mismos, con nuestros móviles de tarjeta, como la máxima expresión de un sistema político que, ciertamente, nos merecemos.
Somos hijos de padres que creyeron derrotar una dictadura cuando lo cierto es que el dictador se murió de viejo. Nos vanagloriamos de ser las primeras flores después del abono de la transición, creyendo que, no habiendo verdugos a la vista ya estaba todo hecho.
Somos lo que, con gusto y creyéndonos en nuestro propio derecho, hemos dejado que hagan de nosotros.
Nuestros padres, bajo la consigna de querer darnos todo lo que ellos no tuvieron, se olvidaron de enseñarnos a ver que todo lo que nos rodea no es nuestro por derecho propio, que la libertad de expresión no quiere decir que cada cual pueda decir todo lo que se le pasa por la cabeza a la primera de cambio, que los derechos van acompañados de deberes y que, si quieres comer, te tienes que hacer la comida.
Otra cosa es que nosotros eso ya lo sabemos, pero nos conviene hacernos los tontos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo sabía que hablarías de esto. Para que veas que te conozco, pero me gusta porque lo has hecho con mucha clase y un muy buen uso de la palabra.
Unos seguimos intentando hinchar la cuenta bancaria para un futuro pero por pura necesidad, porque cuando uno vive solo y los "papis" no nos pagan las cosas se hace un poco más cuestaarriba.

Sobre la libertad de expresión: totalmente de acuerdo. Precisamente, lo pensaba hace unos días, en una de esas conversaciones que tengo conmigo mismo... una cosa es la libertad de expresión y otra, muy distinta, es expresar lo primero que se te pase por la cabeza sin tener el cuenta el RESPETO.

Para finalizar mi intervención, decir que es muy fácil hablar y vivir estando bajo el techo protector de los padres... creo que, realmente, no se termina de ver la crudeza de la vida real por mucho que te quieras hacer a la idea. Hay que vivirlo para poder hablar con conocimiento de causa... para todo lo demás que hemos podido hablar tú y yo, decirte que pases de ñoñerías y que sigas adelante con tu vida, que lo estás haciendo muy bien y que lo estás haciendo con dignidad y superviviencia, como yo.

Seguiré leyéndote.

Un beso para la niña de los ojos color miel (me acordé ayer, la empecé a cantar y me reía yo solo).

;)

JotaGeEle dijo...

Jeje, qué buena canción esa!!